14 diciembre 2025

Cómo puede ayudarte IA para la preescritura y la documentación de una novela

1. Introducción

     La inteligencia artificial forma parte ya de nuestra vida cotidiana. Nos sugiere películas, responde preguntas en el móvil o corrige textos de manera automática. En la escritura, su irrupción genera curiosidad y también cierto recelo: ¿puede una máquina ayudar a contar historias? La respuesta es afirmativa, aunque no en el sentido de sustituir al autor, sino en el de convertirse en una herramienta de apoyo.
     Cuando hablamos de IA aplicada a la escritura nos referimos a programas capaces de procesar y generar lenguaje, imitar estilos narrativos y ofrecer propuestas textuales. No “saben” escribir como lo hace un ser humano, pero son capaces de desbloquear al escritor frente a la página en blanco, sugerir giros de trama o plantear variaciones de tono en un mismo pasaje. También agilizan tareas mecánicas, como la corrección básica o la creación de descripciones iniciales, lo que permite centrar la energía en la parte más creativa del proceso.
     Las ventajas son evidentes: rapidez, inspiración, capacidad para experimentar y un apoyo constante a la hora de mejorar un texto. Muchos escritores encuentran en la IA un espejo que devuelve versiones alternativas de su trabajo, desde un estilo más poético hasta otro más directo, lo que abre un abanico de posibilidades difícil de alcanzar por sí solo.
     Sin embargo, es importante reconocer sus límites. La IA no aporta experiencias vitales ni sensibilidad emocional, y a menudo incurre en repeticiones o incoherencias que requieren revisión. Tampoco sustituye la voz propia del autor, que sigue siendo el núcleo de toda historia.
     Más que una amenaza, la IA debe entenderse como una compañera de viaje: útil para proponer caminos, pero incapaz de recorrerlos sin la mirada única del escritor o la escritora. La verdadera riqueza sigue estando en la creatividad humana, y ahí ninguna máquina puede competir.


10 diciembre 2025

El océano que se aprendió tu nombre


El mar está quieto esta mañana. Tan quieto que parece escucharte respirar. Lo sientes en el pecho, en la piel, en el estómago. Estás sola, sí, pero acompañada por algo inmenso que no necesita nombre.
      El Varuna cruje como una bestia dormida que se despereza con el sol. Pasas la mano por la cuaderna interior, notas la madera húmeda, tibia, y piensas en la paciencia que exige cruzar un océano: avanzar milla a milla, pensamiento a pensamiento.
      La vela está cazada apenas lo justo. El viento llega suave por sotavento, un soplo salado que huele a promesa. Te balanceas con el movimiento del casco, un vaivén lento que podría ser un arrullo. Mantienes el rumbo sin prisa. El horizonte respira contigo. Hay días en los que la soledad es un refugio, un lugar donde puedes escucharte.

07 diciembre 2025

Describir estados de ánimo: Confianza, Desesperación, Serenidad y Asco

Confianza y seguridad | Desesperación | Serenidad | Asco / repulsión


     Si no has leído la entrada principal, accede a: Cómo describir estados de ánimo sin nombrarlos


Confianza y seguridad


     La confianza y la seguridad reflejan un estado interno de estabilidad, control y certeza sobre uno mismo o sobre una situación. Se percibe como calma, determinación y coherencia en acciones y palabras, transmitiendo a los demás sensación de fiabilidad y autoridad.


1. Señales físicas


  • Postura erguida, hombros relajados y cabeza levantada.
  • Mirada directa y sostenida, sin titubeos.
  • Movimientos fluidos y decididos, sin vacilaciones.
  • Gestos abiertos y naturales, como manos relajadas a los costados o sobre la mesa.
  • Respiración tranquila y profunda, sin señales de tensión.

     Ejemplo: “Entró en la sala con la espalda recta y la cabeza alta, caminando sin vacilar, y cada paso parecía marcar un territorio seguro.”


2. Acciones


  • Tomar decisiones rápidas y firmes, sin dudar.
  • Actuar con iniciativa, proponiendo soluciones o ideas.
  • Mantener la calma incluso en situaciones complicadas.
  • Ayudar a otros a sentirse seguros, guiándolos con claridad.
  • No ceder ante la presión externa ni dejarse manipular fácilmente.

     Ejemplo: “Sin titubear, señaló la salida más segura y calmó a los presentes, explicando el plan paso a paso con una voz serena y firme.”


3. Lenguaje corporal y microgestos


  • Sonrisa segura, confiada pero no arrogante.
  • Manos abiertas o gestos de dirección claros.
  • Movimientos pausados y controlados, sin nerviosismo.
  • Apoyo visual, manteniendo contacto visual constante.

     Ejemplo: “Se apoyó ligeramente en la mesa, cruzó las manos de manera relajada y explicó el procedimiento con un gesto que invitaba a seguirlo sin dudas.”


4. Diálogo


  • Frases claras, concisas y directas.
  • Tono calmado, firme y seguro.
  • Uso de afirmaciones en lugar de dudas: “Esto funciona”, “Estoy seguro de que podemos hacerlo”.
  • Evitar muletillas que transmitan inseguridad (“eh…”, “creo que…”, “tal vez…”).

     Ejemplo: —Confío en que esto funcionará —dijo con voz firme—. Solo sigan las instrucciones tal como se las he indicado.


5. Pensamientos internos


  • Sensación de control sobre la situación.
  • Seguridad en sus habilidades y juicio.
  • Creencia de que puede afrontar retos sin perder la calma.
  • Confianza en que sus decisiones son correctas o justificadas.

     Ejemplo: “No importaba lo que ocurriera; sabía que había previsto cada detalle y que podía manejar cualquier imprevisto que surgiera.”


6. Entorno como reflejo


  • La tranquilidad propia se transmite a quienes lo rodean.
  • Los demás suelen seguir su ejemplo o sentirse guiados por él.
  • La percepción del riesgo se minimiza al estar presente alguien confiado.

     Ejemplo: “Mientras hablaba, los murmullos de incertidumbre desaparecieron, y el grupo comenzó a moverse con seguridad siguiendo su indicación.”


7. Variantes de confianza


  • Confianza en uno mismo: certeza interna sobre habilidades y decisiones personales.
  • Confianza en otros: fe en la competencia o apoyo de otra persona.
  • Confianza situacional: seguridad basada en el control del entorno o conocimiento de la situación.

     Ejemplo (uno mismo): “Sabía que podía terminar la tarea antes del plazo, y cada paso que daba lo confirmaba.”
     Ejemplo (en otros): “Dejó que su compañero liderara la presentación, confiando en su capacidad para manejar la situación con éxito.”
     Ejemplo (situacional): “Observó el terreno con calma; conocía cada rincón y sabía que nada podía sorprenderlo.”


Desesperación


     La desesperación es un estado de pérdida de control y esperanza, acompañado de angustia profunda y sensación de urgencia. Se percibe como un impulso casi irracional de actuar, escapar o buscar soluciones inmediatas, con un marcado impacto físico, mental y emocional.


1. Señales físicas


  • Respiración rápida, entrecortada o agitada.
  • Sudoración intensa o temblores involuntarios.
  • Movimientos bruscos, repetitivos o compulsivos.
  • Postura encorvada o desequilibrada, como si el cuerpo intentara protegerse o escapar.
  • Ojos abiertos con mirada perdida o fija, reflejando pánico o angustia.

     Ejemplo: “Se agarró la cabeza mientras su respiración se aceleraba y sus manos temblaban, incapaz de quedarse quieto ni de pensar con claridad.”


2. Acciones


  • Intentos desesperados de cambiar la situación, a menudo sin estrategia.
  • Repetición constante de gestos o movimientos inútiles.
  • Buscar ayuda frenéticamente, llamando a otros o gritando.
  • Tomar decisiones impulsivas por miedo a perder algo o a no poder revertir la situación.

     Ejemplo: “Corrió hacia la puerta, la abrió y la cerró de golpe, buscando una salida que no existía, mientras su mente giraba en un círculo de pánico.”


3. Lenguaje corporal y microgestos


  • Movimientos rápidos, nerviosos o descoordinados.
  • Gestos de autoprotección: abrazarse a sí mismo, cubrirse la cara, frotarse el cuello.
  • Miradas erráticas, evitando contacto o buscando algo concreto sin éxito.
  • Posturas tensas y rígidas que cambian constantemente.

     Ejemplo: “Sus ojos recorrían la habitación sin encontrar nada que le diera seguridad, mientras sus dedos tamborileaban sobre la mesa con una urgencia incontrolable.”


4. Diálogo


  • Preguntas repetitivas, cargadas de angustia: “¿Por qué no puedo…?”, “¿Qué hago ahora?”.
  • Exclamaciones de frustración o impotencia: “¡No hay manera!”, “¡Esto es imposible!”.
  • Incoherencia parcial o frases inconclusas, reflejando confusión y urgencia.
  • Suplicantes o demandantes hacia otros: “¡Ayúdame!”, “¡Dime qué hacer!”.
 Ejemplo: —¡No puedo más! —gritó—. ¿Alguien puede decirme qué hacer antes de que sea demasiado tarde?


    5. Pensamientos internos


    • Sensación de que el tiempo se agota o que todo está perdido.
    • Creencias de impotencia: “No puedo solucionarlo”, “Todo se está desmoronando”.
    • Ansiedad que se transforma en obsesión, pensando en todos los escenarios posibles y catastróficos.
    • Urgencia de actuar sin pensar estratégicamente, intentando cualquier cosa que prometa alivio.

         Ejemplo: “Cada segundo que pasaba le parecía eterno, y cada opción que encontraba le parecía insuficiente. Su mente giraba sin descanso, buscando un escape imposible.”


    6. Entorno como reflejo


    • Todo a su alrededor parece caótico, desordenado o amenazante.
    • Sensación de claustrofobia, como si el espacio se redujera o se cerrara sobre él.
    • Las reacciones de otros se perciben como críticas o indiferencia, aumentando el desamparo.

         Ejemplo: “El ruido de la ciudad le golpeaba los oídos, y cada sombra parecía un obstáculo más que lo atrapaba en su desesperación.”


    7. Variantes de la desesperación


    • Desesperación silenciosa: agobio interno que apenas se expresa hacia fuera, pero consume mentalmente.
    • Desesperación abierta: gestos y palabras evidencian pánico y angustia extrema.
    • Desesperación impulsiva: acciones precipitadas y arriesgadas intentando cambiar la situación sin plan.

         Ejemplo (silenciosa): “Se quedó sentado, apretando las manos en el regazo, con la respiración irregular, mientras la desesperación le carcomía por dentro.”
         Ejemplo (abierta): “Gritaba y corría de un lado a otro, intentando llamar la atención de cualquiera que pudiera ayudarlo.”
         Ejemplo (impulsiva): “Saltó hacia la ventana en un intento irracional de escapar, ignorando el peligro inmediato que eso representaba.”


    Serenidad


         La serenidad es un estado de calma profunda y equilibrio interno. Se percibe como tranquilidad, aceptación y claridad mental, reflejando control emocional y estabilidad, incluso frente a situaciones complejas o inciertas.


    1. Señales físicas


    • Postura relajada, hombros sueltos, cabeza en posición natural.
    • Movimientos lentos, fluidos y deliberados, sin prisa.
    • Rostro relajado, sin tensión en la frente ni mandíbula.
    • Mirada tranquila, a veces distante, observando sin urgencia.
    • Respiración pausada y regular, profunda y uniforme.

         Ejemplo: “Se recostó en la silla, dejando que sus brazos descansaran sobre el respaldo, y su respiración calmada parecía contagiar la quietud del lugar.”


    2. Acciones


    • Actuar de manera pausada y reflexiva, evaluando las opciones antes de decidir.
    • No reaccionar impulsivamente ante conflictos o sorpresas.
    • Mantener la compostura frente a situaciones difíciles, transmitiendo calma a otros.
    • Escuchar atentamente antes de intervenir o aconsejar.

         Ejemplo: “Mientras los demás discutían acaloradamente, él permaneció en silencio, sonriendo levemente y esperando el momento adecuado para intervenir con una sugerencia sensata.”


    3. Lenguaje corporal y microgestos


    • Gestos suaves y armoniosos, sin brusquedad.
    • Manos relajadas, a veces apoyadas sobre el regazo o cruzadas suavemente.
    • Mirada estable, no evasiva ni demasiado fija.
    • Postura abierta pero tranquila, mostrando disponibilidad sin tensión.

         Ejemplo: “Apoyó los codos sobre la mesa y entrelazó los dedos con naturalidad, mientras sus ojos seguían la conversación con calma y atención.”


    4. Diálogo


    • Tono de voz calmado, pausado y uniforme.
    • Palabras elegidas con cuidado, evitando exageraciones o juicios apresurados.
    • Uso de afirmaciones tranquilizadoras: “Todo está bajo control”, “Podemos manejarlo”.
    • Escucha activa, haciendo preguntas que invitan a la reflexión.

         Ejemplo: —No hay prisa —dijo con voz suave—. Primero veamos todas las opciones y luego decidimos con calma.


    5. Pensamientos internos


    • Claridad mental y enfoque en lo que realmente importa.
    • Confianza en la capacidad propia y ajena para manejar la situación.
    • Aceptación de lo que no se puede cambiar, sin frustración.
    • Sensación de equilibrio y control, sin ansiedad ni impulsividad.

         Ejemplo: “Aunque el día había sido caótico, sentía que podía enfrentarlo todo sin perder la calma; cada problema encontraba su lugar en su mente ordenada.”


    6. Entorno como reflejo


    • La serenidad propia transmite calma a los demás, creando un ambiente relajado.
    • La percepción de riesgo se atenúa, y las personas actúan con más claridad y decisión.
    • Las situaciones tensas parecen menos amenazantes bajo la influencia de alguien sereno.

         Ejemplo: “Los murmullos se apagaron cuando entró, y la sala se llenó de una quietud que permitía pensar con claridad y hablar sin prisas.”


    7. Variantes de la serenidad


    • Serenidad introspectiva: calma centrada en la propia mente y emociones.
    • Serenidad externa: calma proyectada hacia los demás, influenciando su comportamiento.
    • Serenidad resiliente: equilibrio mantenido incluso en situaciones difíciles o caóticas.

         Ejemplo (introspectiva): “Se sentó a mirar el río y, mientras el agua fluía, su mente encontró la paz que necesitaba para ordenar sus ideas.”
         Ejemplo (externa): “Con cada palabra y gesto tranquilo, logró que el grupo dejara de discutir y comenzara a colaborar.”
         Ejemplo (resiliente): “Aunque la tormenta rugía afuera, ella caminaba por el jardín con calma, sintiendo que nada podía alterar su centro.”


    Asco / repulsión


         El asco o la repulsión es un estado emocional que surge ante estímulos percibidos como desagradables, nocivos o repugnantes. Se manifiesta como rechazo físico y mental, acompañado de tensión corporal y expresiones faciales que buscan alejarse del objeto de disgusto.


    1. Señales físicas


    • Arrugamiento de la nariz y fruncimiento del ceño.
    • Labios apretados, mandíbula tensa o inclinación de la cabeza hacia atrás.
    • Retraimiento corporal, como inclinarse o alejarse del estímulo.
    • Movimientos rápidos de las manos para cubrirse o apartar objetos.
    • Náuseas, escalofríos o tensión en el estómago.

         Ejemplo: “Retrocedió un paso, arrugando la nariz, mientras sus labios se torcían en un gesto de repulsión al ver el líquido viscoso sobre la mesa.”


    2. Acciones


    • Evitar contacto directo con el estímulo.
    • Alejarse física o emocionalmente de la situación.
    • Tocarse la boca, nariz o manos como gesto de protección.
    • Reaccionar con expresiones corporales exageradas para marcar el rechazo.

         Ejemplo: “Sacudió las manos varias veces como si el olor pudiera desprenderse de su piel, y dio un paso atrás, buscando escapar del lugar.”


    3. Lenguaje corporal y microgestos


    • Gestos de repulsión: cubrirse la boca, mirar hacia otro lado, fruncir la nariz.
    • Movimientos de retirada o esquiva, incluso torpes si el estímulo provoca miedo.
    • Postura rígida que refleja tensión y malestar.
    • Miradas que evitan el objeto de asco o que lo juzgan con desprecio.

         Ejemplo: “Se apartó del charco con una mueca de disgusto y frunció la nariz, evitando mirar el contenido pegajoso.”


    4. Diálogo


    • Expresiones cortas que manifiestan rechazo: “¡Uf!”, “¡Qué asco!”, “No puedo mirar eso”.
    • Quejas o comentarios críticos hacia el estímulo: “Esto está imposible de tocar”, “¡Huele horrible!”.
    • Palabras que buscan distanciarse o advertir a otros: “Aléjate de eso”, “No te acerques”.

         Ejemplo: —¡No me acerco ni un centímetro! —dijo, tapándose la nariz—. Esto es insoportable.


    5. Pensamientos internos


    • Juicio inmediato sobre la falta de higiene, mal olor, sabor desagradable o suciedad.
    • Sensación de vulnerabilidad o contaminación si se toca o se acerca al estímulo.
    • Deseo urgente de retirarse o eliminar el objeto de asco del entorno.
    • Comparación con situaciones tolerables, reforzando el rechazo.

         Ejemplo: “Cada fibra de su cuerpo gritaba que se apartara; la idea de tocar aquello le producía un escalofrío que subía por su columna.”


    6. Entorno como reflejo


    • La presencia de otros puede amplificar el asco, especialmente si reaccionan de forma similar.
    • Un lugar sucio, con olores fuertes o elementos desagradables, intensifica la repulsión.
    • La acción de limpiar o alejar el estímulo se convierte en prioridad para restaurar confort.

         Ejemplo: “El cuarto estaba impregnado de un olor rancio; nadie hablaba, solo se movían con cuidado, evitando cada charco de suciedad que encontraban.”


    7. Variantes del asco / repulsión


    • Asco físico: reacción inmediata a olores, sabores, texturas o apariencia desagradable.
    • Asco emocional o moral: rechazo hacia acciones, ideas o comportamientos que se consideran repugnantes o inmorales.
    • Asco intelectual: rechazo ante conceptos o situaciones que generan incomodidad mental o ética.

         Ejemplo (físico): “Se llevó las manos a la cara y retrocedió al ver el insecto arrastrándose por la mesa.”
         Ejemplo (emocional / moral): “No podía soportar la traición de su amigo; cada palabra suya le parecía un puñal de asco.”
         Ejemplo (intelectual): “La idea de engañar a los demás le resultaba intolerable; solo pensarlo le producía un escalofrío.”




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05 diciembre 2025

Reseña de Los tiempos de odio

      Cuando leí esta novela, con una trama tan sólida me pregunte si está sería la última entrega de la saga, ya que Montero parecía jugar con ello en un final que seguramente generará opiniones encontradas al respecto. Al finalizar la lectura de este libro, tuve un encuentro de autor con la autora con un grupo de lectura. Y ella misma, nos confirmó que tenía pensado un cuarto libro, lo cual me alegro muchísimo, porque no estaba preparada para despedirme de Bruna.
      Sin más preámbulos os dejó con la reseña:


FICHA TÉCNICA


Título: Los tiempos de odio
Autor: Rosa Montero
Género: Ciencia ficción
Publico: Adulto
Idioma: Español
Publicado: 2018
Páginas: 400