11 febrero 2020

PEnéloPE - Una más de las chicas (1)

Este capítulo pertenece al relato "PEnéloPE", una historia de amor diferente, que pretende tratar a diversidad como algo que nos una. Si todos fuéramos iguales, el mundo sería muy aburrido. Si quieres leer el final de la historia o si prefieres leerla en wattpad sigue los enlaces.



—Tú eres Pepe, mi amigo, ¿no?

No me atrevo ni a mirarle, llevaba meses ocultándoselo, y ayer, acabó descubriéndolo. Sabía que iba a terminar pasando, pero no había tenido el valor de mirarlo a los ojos y decírselo. Su amigo Pepe. Sonaba tan raro, tan lejano... Parece que todo ocurrió en otra vida. Una infancia llena de miedos e inseguridades. No sé por qué he vuelto ni por qué me quedé. Vine a vender la casa de mis padres y cuando me crucé con él, no pude volver a irme. Trajo al presente los recuerdos que durante años había escondido en un lugar de mi memoria en el que no dolían.

—¿Por qué no me lo has contado? —me vuelve a preguntar Lucas.
—Queda poco en mí de esa persona que conociste —le respondo.
—Te equivocas. Desde el primer momento en el que te vi, supe que te conocía. ¡Debes pensar que soy un idiota por no reconocerte!

Habían pasado tres lustros desde la última vez que nos vimos. Teníamos doce años cuando dejé el pueblo o mejor dicho, mis padres me echaron de casa. No pudieron aceptar los sucesos que acontecieron ese día. Con el tiempo, acabé perdonándolos.

Simplemente, no pudieron soportarlo, no era su culpa, sino de la educación con la que se habían criado.

—¿Dónde has estado? —me pregunta Lucas.
—Primero estuve en un internado y después mi tía Ana, vino a rescatarme.

Cuando mi tía se enteró de lo ocurrido, vino al internado y me ofreció: su casa, su amor y su apoyo. Todo lo que mis padres no supieron darme. Fue la primera en conocer mi secreto y no tardó ni un minuto en ponerse a buscar toda la ayuda que pudo encontrar. Aunque, solo con que ella me comprendiera, para mí ya era suficiente, pero hizo mucho más que eso. Me libró de una vida escondida entre tinieblas.

—¿Cómo se lo tomaron tus padres? —le pregunto.
—Me castigaron, después de que tu padre le contara lo ocurrido, con pelos y señales, estuve muchos meses encerrado en casa.

Solo me dejaban salir para ir al instituto. Me levantaron el castigo cuando empecé a interesarme por una compañera.

—¿Se enteraron en clase?
—No, pero todos te vieron y yo estaba contigo ese día.

Ese fatídico día en que creí que sería buena idea dejar que mi yo más oculto saliese y se mostrase al mundo. ¡Cómo pude pensar que saldría bien! Si no hubiera sido por Lucas habría sido linchada por mis compañeros de clase. Me sacó de la plaza del pueblo y me llevó medio en volandas hasta el mismo lugar en el que estamos ahora, un meandro en el río al que solíamos venir a nadar durante los veranos.


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