14 febrero 2020

PEnéloPE - Una más de las chicas (2)

Este capítulo pertenece al relato "PEnéloPE", una historia de amor diferente, que pretende tratar a diversidad como algo que nos una. Si todos fuéramos iguales, el mundo sería muy aburrido. Si quieres leer el inicio de la historia o si prefieres leerla en wattpad sigue los enlaces.



—Sabía que te encontraría aquí —me dice Lucas, sentándose a mi lado, pasándome el brazo por encima del hombro de la misma manera que hizo aquel día y yo me dejé caer sobre su hombro.

Después de llevarme hasta nuestro lugar secreto, Lucas me abrazó hasta que el sol desapareció por el horizonte. Deberíamos habernos puesto en marcha, no tardaría mucho en hacerse de noche y nos costaría mucho encontrar el rumbo de vuelta a casa. Sin embargo, Lucas no quería irse. Me miraba afligido, mientras me secaba las lágrimas que se resistían a abandonar mi cara. Al notar su mano fría en mi cálida mejilla, sentí un escalofrío que me recorrió cada átomo de piel. Solo los rayos de la luna nos observaban cuándo Lucas apartó uno de los mechones que caían sobre mis ojos, colocándomelo detrás de la oreja y lentamente se acercó hasta mí, cuando me quise dar cuenta sus labios estaban sobre los míos. Ni en mis mejores sueños había imaginado que eso pudiera ocurrir. Mi cerebro dejó de tener el control y me deje llevar. Nuestra amistad infantil había dejado paso a algo más, a un amor clandestino. Aunque, a la oscuridad no le importaba que fuera algo prohibido. A la oscuridad no, pero a la luz de la linterna de mi padre sí. Sin decir nada, me agarró con furia del brazo y me llevó a rastras todo el camino de vuelta. Ese fue, mi último día en el pueblo.

—Llevó años dándole vueltas a lo que me paso ese día. Nunca llegué a entender por qué me sentí atraído por ti. ¡No era gay! Ahora lo sé —me suelta de pronto, mientras sus ojos verde oliva liberan serotonina en mis neuronas, acelerando los latidos de mi corazón y sonrojando mis mejillas.
—Yo tampoco lo soy —le digo permitiendo que una sonrisa se dibujase en mi cara.

Siempre había creído que ese día no conseguí salir de la oscuridad, que mi verdadero yo había permanecido, una vez más, oculto en el interior. El vestido de color rosa, elegido para los carnavales, había quedado tan raído como mi alma entre las ramas de la maleza; la peluca rosa se perdió en lo más recóndito del valle y la máscara de pestañas diluida por mis mejillas, al igual que mi yo genuino lo hacía por el camino polvoriento. Solo alguien tan especial como Lucas pudo ser capaz de mirar más allá de un simple envoltorio, deshacerse de las miles de capas que había construido a mi alrededor para protegerme y descubrir quién era en realidad.

—Yo solo quería ser una más de las chicas —le confieso al borde de las lágrimas.
—Siempre fuiste Penélope para mí, solo que todavía no lo sabía.


Y fueron felices y comieron perdices

No hay comentarios:

Publicar un comentario