Querido desconocido que conviviste conmigo:
Te llamo así porque a día de hoy siento que no llegue a conocerte. Puesto que la persona que dormía a mi lado cada noche, nunca habría recogido sus cosas y se habría marchado de casa dejando una simple nota de despedida. Soy consciente de que nunca leerás, esta carta. Por una sencilla razón: has cancelado tu número de teléfono y has desaparecido del mapa. Así que no sé donde mandártela y tampoco mereces que dedique ni un segundo de mi vida a buscarte.
Esta carta es solo para mí. Necesito despedirme para poder cerrar esta etapa. Quiero dejar de gritarte en sueños que eres un cobarde, que no tuvo el valor de mirarme a los ojos y decirme que tiraba a la basura una relación de cuatro años sin darme ninguna explicación. Permitirme olvidar lo que sentí cuando llegue a nuestro apartamento y no escuché tu voz; ni el instante en el que abrí el armario que compartíamos para descubrir que ya no estaba tu ropa; ni en el baño, tu cepillo de dientes.
¿Tan solo una nota? ¿Eso es lo que te importé? Una nota en la que me decías que no ibas a dejarme nada, que me recordará a ti para no hacerme daño. ¡Maldito desgraciado! «¿Qué nada me recordará a ti?», dices. No te llevaste el sofá donde nos acurrucábamos cada noche para ver La casa de papel. Ni la olla donde cocinabas tu especialidad: espaguetis a la carbonara. Ni siquiera ese cactus que regabas todas las semanas con tanto mimo. Estoy por dejar que se seque para no tener que verlo cada día. Por curiosidad, ¿cuánto tiempo tarda en secarse un cactus? Un mes, un año. ¿Acaso crees que no te olvidaré antes, que no me buscaré a otro o que no aprenderé a vivir sin ti?
Solo espero que nadie te haga lo que tú me has hecho a mí. En realidad, qué narices, que el karma se encargue de darte tu merecido.
Hasta nunca querido desconocido.
P. D.: Han pasado dos meses desde tu huida y he vuelto a esta carta solo para darte las gracias por marcharte, en realidad me hiciste un gran favor. No era consciente de todo a lo que había renunciado por estar contigo. Esas reuniones con amigos a las que no iba porque tú te negabas a acompañarme y cuando regresaba te encontraba enfurruñado en el sofá. Si ya sé lo que me dirías, que fui yo quien dejé de quedar con ellos, pero solo porque no quería soportar tus enfados que duraban una semana.
También he retomado mi vieja afición por la escritura. Ahora que no estás, puedo pasarme horas entregada a esas líneas que tan feliz me hacen y de las que tú te sentías tan celoso. Dentro de poco mi novela verá la luz y tú, por supuesto, no estarás invitado a la presentación.
Ahora sí, voy a quemar esta carta y saldrás de mi vida para siempre.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario