El conflicto narrativo comienza cuando chocan dos fuerzas opuestas. No tiene por qué ser un enfrentamiento físico, puede ser el combate de dos ideas que luchan por superar a la otra. Es el conflicto lo que le da vida al relato, lo que lo hace real. Le da fuerza e importancia a la historia que cuenta y permite captar el interés del lector.
Equilibrio de fuerzas
Las dos fuerzas rivales tienen que tener posibilidades de salir victoriosas y deben enfrentarse con pasión pese a las consecuencias que eso pueda acarrear. De no ser así, si una de las fuerzas envueltas es muy superior a la otra, la historia terminaría rápidamente
Si quieres plantear un buen conflicto narrativo responde estas cinco cuestiones:
¿Cuál es el objetivo principal del protagonista?
Equilibrio de fuerzas
Las dos fuerzas rivales tienen que tener posibilidades de salir victoriosas y deben enfrentarse con pasión pese a las consecuencias que eso pueda acarrear. De no ser así, si una de las fuerzas envueltas es muy superior a la otra, la historia terminaría rápidamente
Si quieres plantear un buen conflicto narrativo responde estas cinco cuestiones:
¿Cuál es el objetivo principal del protagonista?
Es necesario que antes de empezar tengas muy claro qué quiere conseguir el protagonista de tu historia, por qué va a estar peleando. Debe ser algo importante y que desee con todas sus fuerzas, de lo contrario, lo normal sería que abandonara ante las primeras dificultades. Piensa: ¿pelearías contra el el criminal más peligroso de tu provincia por un paquete de chicles, o lo harías por evitar el secuestro de tu pareja? (Y ten cuidado con lo que respondes, no te vaya a escuchar tu pareja ) Piensa, por ejemplo, en John McClaine. En Jungla de Cristal, la original, su objetivo principal es salvar a su mujer.
¿Qué obstáculos le impiden lograrlo?
Aunque el obstáculo es un elemento distinto al conflicto del que nos ocuparemos en otro momento, harás bien en pararte aquí un segundo y dedicarle algo de tiempo a pensar en esto. Piensa en las dificultades que se va a encontrar el protagonista en su camino y cómo va a superarlas. De lo contrario puedes verte en un grave problema al colocarlo ante un obstáculo que le resulte imposible solventar, con lo que te habrás cargado la novela.
¿Quién es el antagonista?
Sin él no hay conflicto. Es la otra parte de la historia, aquella que plantea la lucha. Tu antagonista debe tener un buen motivo para iniciar esa lucha. Ten en cuenta que no tiene por qué ser malvado: Piensa por ejemplo en dos padres que necesiten la única cura que existe para salvar a su hijo. Establece hasta qué punto está dispuesto a llegar para conseguir lo que quiere. Prepárale alguna debilidad, no lo hagas un ser invencible.
¿Qué riesgo corre el protagonista?
No lo dudes ni por un momento: tu protagonista debe sufrir. Debe estar en riesgo. No permanentemente, claro, dale un respiro o sufrirá un infartó y se te acabará la novela. Pero tienes que ponerlo en dificultades muy serias, resultar herido a ser posible, y a pesar de todo continuar adelante con más fuerza aún si cabe. Recuerda a John McClain.
¿Debe sacrificar algo importante para él?
¿Qué va a perder por el camino? No puede ganarlo todo. Hay cosas que deben quedarle atrás, deberá tener que renunciar a ellas. ¿Que por qué? Pues porque lo contrario no es realista. La vida es sacrificio, tenemos que renunciar a unas cosas para tener otras. ¿Quieres vivir con tu pareja? Debes dejar a tu familia. ¿Quieres aprobar esos exámenes? Tienes que estudiar, y para eso debes dejar de salir con los colegas. Tu protagonista debe renunciar a cosas para conseguir lo que quiere. Cuanto mayor sea su pérdida, más claro dejarás su compromiso con el conflicto.
Así lograrás construir un buen conflicto en solo cinco pasos. Si las respuestas a esas preguntas no están claras tendrás que volver a repasar los puntos básicos de tu historia.
¿Qué obstáculos le impiden lograrlo?
Aunque el obstáculo es un elemento distinto al conflicto del que nos ocuparemos en otro momento, harás bien en pararte aquí un segundo y dedicarle algo de tiempo a pensar en esto. Piensa en las dificultades que se va a encontrar el protagonista en su camino y cómo va a superarlas. De lo contrario puedes verte en un grave problema al colocarlo ante un obstáculo que le resulte imposible solventar, con lo que te habrás cargado la novela.
¿Quién es el antagonista?
Sin él no hay conflicto. Es la otra parte de la historia, aquella que plantea la lucha. Tu antagonista debe tener un buen motivo para iniciar esa lucha. Ten en cuenta que no tiene por qué ser malvado: Piensa por ejemplo en dos padres que necesiten la única cura que existe para salvar a su hijo. Establece hasta qué punto está dispuesto a llegar para conseguir lo que quiere. Prepárale alguna debilidad, no lo hagas un ser invencible.
¿Qué riesgo corre el protagonista?
No lo dudes ni por un momento: tu protagonista debe sufrir. Debe estar en riesgo. No permanentemente, claro, dale un respiro o sufrirá un infartó y se te acabará la novela. Pero tienes que ponerlo en dificultades muy serias, resultar herido a ser posible, y a pesar de todo continuar adelante con más fuerza aún si cabe. Recuerda a John McClain.
¿Debe sacrificar algo importante para él?
¿Qué va a perder por el camino? No puede ganarlo todo. Hay cosas que deben quedarle atrás, deberá tener que renunciar a ellas. ¿Que por qué? Pues porque lo contrario no es realista. La vida es sacrificio, tenemos que renunciar a unas cosas para tener otras. ¿Quieres vivir con tu pareja? Debes dejar a tu familia. ¿Quieres aprobar esos exámenes? Tienes que estudiar, y para eso debes dejar de salir con los colegas. Tu protagonista debe renunciar a cosas para conseguir lo que quiere. Cuanto mayor sea su pérdida, más claro dejarás su compromiso con el conflicto.
Así lograrás construir un buen conflicto en solo cinco pasos. Si las respuestas a esas preguntas no están claras tendrás que volver a repasar los puntos básicos de tu historia.
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