Estaba justo enfrente cuando el metro se detuvo. Su mirada, impertérrita, atrajo mi atención. Reconocí al instante aquellos ojos que habían sucumbido al paso del tiempo y eran ecos de luz que una vez iluminaron mis noches. Me costaba recordar esos días en los que se colaba en mis sueños y lo convertía en protagonista. Una lágrima resbaló por su mejilla. ¿Acaso eran ciertos los rumores? ¿Sería verdad que empujó a su primer amor a las vías del metro en un arrebato de celos? El tren reanudó la marcha mientras mi fantasma del pasado permanecía allí, inmóvil, atrapándome en una telaraña del tiempo.
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