Han pasado tantas cosas
desde que te fuiste de mi lado
y todavía sigo recordándote
como aquel chiquillo alegre
y vivaracho como el amanecer.
Tan rubito y juguetón
como el primer rayo de sol
que se deja ver entre las rocas
de aquellas montañas
que se deja ver detrás
de aquellas olas.
Pero el sol sigue su recorrido
dándonos calor, luz y vida
sin pedir nada a cambio.
Con tu calor nos dabas
abrigo en los días
más fríos de invierno.
Con tu luz nos dabas
vida e ilusión
todos los días del año.
Con tu vida nos dabas
esperanza y amor
para el resto de nuestros días.
Pero como el mismo sol
un atardecer te fuiste
para alumbrar otras tierras
dejando un gran vacío
frío y distante.
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