No he avanzado ni cinco pasos
cuando el bosque se vuelve borroso.
Los colores se disuelven,
como pintura derramada
sobre troncos y hojas.
La canción se entremezcla
con el murmullo del viento.
Sonidos densos que se saborean,
notas que explotan en mi lengua,
son frutos jugosos del bosque.
Algo cruje en mi interior,
no hay dolor ni placer,
soy partículas diminutas
entrelazadas con la tierra.
El sendero respira conmigo,
una pulsación dorada entre mis ramas,
y las llamas azules acarician mi piel.
La gravedad se evapora
en un vacío denso
impregnado de incienso y savia.
Mi respiración es un eco lejano.
Soy aire y bosque al mismo tiempo.
Las formas que mutan,
un mandala tejido de siglos,
Tiempo que se estira,
se dilata, se desvanece.
Fragmentos que se expanden,
raíces, hojas, fuegos fatuos.
Soy todo y nada en un mismo latido.
La cascada emerge,
agua que cae en arcoíris.
Destellos líquidos y vivos,
Me atrae, me arrastra,
me precipito como agua desbordada.
El resplandor azul me envuelve,
pero el río no arrastra.
Dos figuras emergen entre la neblina,
sin labios ni gestos.
Sus voces resuenan en mi mente:
—Llevarlo al cuartelillo.
08 octubre 2025
Psicodelia
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