21 marzo 2020

Viaje a una nueva vida


En un país donde existe
desde aluminio hasta zinc
donde la riqueza trae la guerra
y la pobreza el amor.

Nací en un lugar
donde el sonido de una bala
es una vida que se va
donde las mujeres
son moneda de cambio
y los niños
se convierten en soldados.

Comencé mi viaje a pie
no duró días, sino años
no solo hacía frío, también calor,
el hambre y el dolor fueron uno,
no duró días, sino años.

El camino me condujo Marruecos,
pero ya no me quedaba dinero,
viví perdida en la montaña
en una tienda hecha de plásticos
y mi cama, era de piedras apiladas.

Sentí rabia y pena,
huí para encontrar una vida
y solo encontré muerte.
Pero también sentí alegría,
al descubrir, que cuanto menos tienes
más dispuesto estás ofrecer.

Tan solo una valla me distanciaba
de una vida en libertad
era alta y tenía concertinas
pero ni el sudor, ni la sangre
me impedirían llegar otro lado.

Al final, opté por dirigirme al mar,
tres días sin lluvia me separaban.
Mientras con mano temblorosa
escribía el teléfono de que fue mi casa
o bien terminaría mi vida
o la cambiaría para siempre.

La alarma de la mezquita
era nuestra señal de aviso
cuando la guardia rezaba
era el momento
de meterse en el agua.

Seguí las luces hacia España
a las dos de la mañana,
deje de sentir mis piernas
hasta que un frío sueño me venció
despertando en una cálida habitación.

Cuando tu mayor éxito
consiste en salvar tu vida,
de atrás, solo queda la muerte,
delante, una oportunidad.



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