Este capítulo pertenece a la novela corta "Destinados a encontrarse", que es un fanfic de Crepúsculo, aunque no es necesario haberlo leído para entender la historia. En el se encuentra la historia de Alice y Jasper. Si no has leído los capítulos anteriores, si quieres seguir leyendo más o si prefieres leerla en wattpad sigue los enlaces.
De vuelta en la fábrica, me proporcionaba una falsa sensación de seguridad, cogí algunos cartones, los amontoné en un rincón, me recosté sobre ellos y cerré los ojos. En ese momento, comenzaron a pasar por mi mente todo tipo de extraños pensamientos, me imaginé murciélagos acechándome, hombre armados con cuchillos persiguiéndome, acompañados de ruidos que no sabría decirte que eran, los oía como nunca los había oído antes, amplificados retumbando en mi cabeza.
A media noche, empezó la tormenta. Rayos y truenos se dejaban ver y oír por los altos ventanales. Me senté con las piernas dobladas y los brazos abrazados a ellas. Permanecí con la cabeza entre las rodillas durante horas, no sabría decirte cuantas, solo se que cuando la tormenta finalizó ya había luz en el exterior. La tormenta dejó tras de si un día nublado, pero al menos era de día. Esa podría haber sido la noche más dura de mi vida, o no, tampoco recordaba gran cosa de mi pasado.
Recobré las fuerzas y salí de mi escondite, volví a ese escaparate, quería comprobar si mis ojos, seguirían estando rojos o si habría vuelto a la normalidad. ¿Por qué quería engañarme? Sabía de sobra que no lo era. Mi oído superdesarrollado, debería haberme dado una pista.
Cuando me vi reflejada con la luz del día, apenas si podía reconocer a la chica que era, porque aunque no la recordaba, estaba completamente segura, que no era la chica que tenía delante. ¿En quien podría confiar si no sabía quien era?, ¿ni en quienes serían mis amigos, mi familia,... mis enemigos? Tenía que tener enemigos, sin duda, como sino, hubiera acabado en esta situación.
Tenía que cambiarme de ropa y salir de allí, porque si alguien me había abandonado allí, podía volver a buscarme o, quizás incluso me había dado por muerta. En cualquier caso, no podía seguir allí. Todo parecía abandonado: almacenes, fabricas. Limpie el cristal y pude ver el interior de uno de ellos, parecía el almacén de una antigua tienda de ropa. Fui hacía la puerta pero estaba cerrada con un gran candado. Me enfurecí y golpe la puerta con ambos puños y ésta se abrió de golpe, haciendo un gran estruendo al dar con la pared. ¿Había sido yo?
Ante mi, aparecieron decenas de percheros, la mayoría de ellos vacíos o con apenas unas pocas perchas de ropa. No obstante, no estaba en disposición de ponerme muy exigente. Rebusqué durante unos minutos hasta que encontré un vestido azul, que estaba segura de que era de mi talla. Me desnudé allí mismo y me lo puse, me venía perfecto.
La pregunta en este momento era. ¿Dónde voy ahora?
De vuelta en la fábrica, me proporcionaba una falsa sensación de seguridad, cogí algunos cartones, los amontoné en un rincón, me recosté sobre ellos y cerré los ojos. En ese momento, comenzaron a pasar por mi mente todo tipo de extraños pensamientos, me imaginé murciélagos acechándome, hombre armados con cuchillos persiguiéndome, acompañados de ruidos que no sabría decirte que eran, los oía como nunca los había oído antes, amplificados retumbando en mi cabeza.
A media noche, empezó la tormenta. Rayos y truenos se dejaban ver y oír por los altos ventanales. Me senté con las piernas dobladas y los brazos abrazados a ellas. Permanecí con la cabeza entre las rodillas durante horas, no sabría decirte cuantas, solo se que cuando la tormenta finalizó ya había luz en el exterior. La tormenta dejó tras de si un día nublado, pero al menos era de día. Esa podría haber sido la noche más dura de mi vida, o no, tampoco recordaba gran cosa de mi pasado.
Recobré las fuerzas y salí de mi escondite, volví a ese escaparate, quería comprobar si mis ojos, seguirían estando rojos o si habría vuelto a la normalidad. ¿Por qué quería engañarme? Sabía de sobra que no lo era. Mi oído superdesarrollado, debería haberme dado una pista.
Cuando me vi reflejada con la luz del día, apenas si podía reconocer a la chica que era, porque aunque no la recordaba, estaba completamente segura, que no era la chica que tenía delante. ¿En quien podría confiar si no sabía quien era?, ¿ni en quienes serían mis amigos, mi familia,... mis enemigos? Tenía que tener enemigos, sin duda, como sino, hubiera acabado en esta situación.
Tenía que cambiarme de ropa y salir de allí, porque si alguien me había abandonado allí, podía volver a buscarme o, quizás incluso me había dado por muerta. En cualquier caso, no podía seguir allí. Todo parecía abandonado: almacenes, fabricas. Limpie el cristal y pude ver el interior de uno de ellos, parecía el almacén de una antigua tienda de ropa. Fui hacía la puerta pero estaba cerrada con un gran candado. Me enfurecí y golpe la puerta con ambos puños y ésta se abrió de golpe, haciendo un gran estruendo al dar con la pared. ¿Había sido yo?
Ante mi, aparecieron decenas de percheros, la mayoría de ellos vacíos o con apenas unas pocas perchas de ropa. No obstante, no estaba en disposición de ponerme muy exigente. Rebusqué durante unos minutos hasta que encontré un vestido azul, que estaba segura de que era de mi talla. Me desnudé allí mismo y me lo puse, me venía perfecto.
La pregunta en este momento era. ¿Dónde voy ahora?
CONTINUARA...
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