El cuarto día se presentaba como el tercero, empezaba a preocuparme de verdad. El hecho de no saber nada, las miradas de los compañeros, el silencio que rodeaba todo...
Me fui clase, pero allí era peor, ni siquiera podía oír al profesor, no paraba de darle vueltas a toda información lo que tenía. Primero estaba el crimen pasional, después el profesor despechado. Óscar había vuelto a casa con su hermano, estaba destrozado, pero ¿lo habrían descartado los policías o todavía seguía siendo sospechoso? Y el profesor, ¿lo habrían soltado o seguiría en comisaría? Como de todas formas no me estaba enterando de la clase, decidí irme hacia la Escuela de Informática, pero al llegar a allí recibí una sorprendente noticia, un cartel en la puerta decía: "Las clases quedan suspendidas, todos los interesándoos en acudir al entierro de nuestra compañera Natalia, tendrán a su disposición un autobús que saldrá desde la parte de atrás del Aulario a las 11h30" En ese momento eran las 11h20, así que salí corriendo y cuando llegué a ese punto, había bastante gente esperando para coger el autobús. Y estaban los policías y algunos de los profesores entre ellos, Ramón Ferrer. No me podía creer la cantidad de gente que había. Realmente todas estas personas la querían o sólo irán para cotillear. Un impulso me hizo subirme en uno de los autobuses y por casualidad pude colocarme justo a lado de los polis.
—Hasta ahora todos nuestros sospechosos tienen coartada. - dijo Verónica
—Sólo nos queda los mensajes.
—¿De quién serán?
¿Mensajes?, ¿Qué mensajes? No serán... No puede ser de eso, hace mucho tiempo. Necesitaba saber algo más, necesitaba hablar con ellos.
—Hola, perdónenme. Vosotros sois los que lleváis la investigación sobre la muerte de Natalia.
—Sí, ¿la conocías? —me preguntó Verónica
—Sí, fuimos amigas hace tiempo.
—¿Ahora no?
—La relación se ha enfriado un poco. Cada una, tomó un camino. ¿Tenéis alguna pista de quién le ha podido hacer eso? No puedo creer que alguien quisiera matarla.
—¿Sospechas de alguien? —dijo Verónica
—Yo, no. Ya le he dicho que aún no me lo puedo creer.
—Me suena tu cara, ¿nos hemos visto antes? —Me preguntó Samuel.
—Estoy en la misma residencia que ella.
—¿Cómo te llamas?
—Esther Rubio.
—¿Estabas ese día en la residencia? —dijo Samuel
—Sí, pero yo no vi nada. Vivo en el piso de abajo. He oído, ¿qué Óscar puede estar implicado?
—¿Tú crees que pudo hacerlo?
—No, aunque Natalia, no hacía nada más que darle calabazas.
—No es eso lo que hemos oído. Al parecer ella estaba enamorada de él.
Al llegar a nuestro pueblo, la iglesia estaba llena, la mayor parte de la gente estaba de pie, claro que es bastante pequeña. El momento cumbre ha sido cuando pasó el ataúd. Y todo el mundo se ha puesto de pie. El ambiente era bastante tétrico. No soporto los entierros. Tanto cinismo junto, no lo entiendo. Como puede una persona, que prácticamente no te conoce, decirte, en el pésame, te acompaño en el sentimiento o eso de lo siento mucho. En ese momento, me dan ganas de contestar, ¿qué sientes?, ¿qué este muerta? o ¿el no haberla conocido? Pero como lo vas a sentir, ¿si no la conocías?
Mal empezamos. Por ahí no iba a llegar a ninguna parte. Samuel empezó a rebuscar en unos papeles. No sé, si ha sido una gran idea hablar con ellos, no han solucionado ninguna de mis dudas. Y encima puedo acabar...
Después del entierro, todos volvimos a casa. Esta vez, me alejé de los polis. Por si acaso. Acabo de llegar a la residencia, y creo que si me quedo aquí, me va a dar un ataque. Acaban de llamar ¿Quién será?
CONTINUARA...
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