Este capítulo pertenece a la novela corta "Solo si es contigo", es un bonita de historia de amor surgida entre bambalinas. Si no has leído los capítulos anteriores, si quieres seguir leyendo más o si prefieres leerla en wattpad sigue los enlaces.
Quería acercarme y decirle que quería hacer la obra y hacerla con él, pero no pude, había algo que me lo impedía. Los siguientes dos días nos los pasamos sin intercambiar más de dos palabras seguidas, y por supuesto evitando quedarnos a solas.
Pero cuando me levanté el sábado, lo hice con un propósito: Hablar con Nick. Había decidido que ese era el momento, y que no podía esperar más y cuando estaba a punto de atravesar la puerta para ir a su casa, llamaron al timbre. Me quedé paralizada delante de la puerta y sin reaccionar y hasta que César me dijo: ¿a qué esperas para abrir?, desde el sofá donde estaba con Luis. Reaccioné para abrir la puerta. Eran Nick y su madre, ¡vaya que coincidencia! Y todo lo convencida que estaba antes de abrir la puerta se desvaneció. No puede ni mirar al Nick, con eso os lo digo todo. Solo puede sonreír como una idiota a su madre.
—Bea, ¿Qué se siente al ser la nueva Julieta? —Me preguntó la madre de Nick, ¿Qué oportuna?
—Todavía no sé si lo vamos a hacer – le contesté
—Pero que dices, con la pareja tan bonita que hacéis.
—¡Qué pesaditos!, todos con lo de la parejita, —pensé.
—No todos piensan lo mismo —dijo César. Su madre pillo la indirecta de inmediato
—¿Tenéis algún problemilla? – dijo la madre de Nick, mirándonos.
—A estos dos lo único que le pasa es que necesitan un empujoncito —dijo César mientras se levantaba y venía hacía nosotros. Me cogió la mano y luego la de Nick, nos las junto y nos empujó literalmente al jardín.
Y ahí nos tenéis a los dos, de la mano en el jardín y sin saber que decir. Con el tiempo que hacía que conocía a Nick y esta vez era la primera que no sabía que decirle. Nunca había estado tan nerviosa. No sabía dónde mirar y no podía ni mirarle, me sentía fatal. Me sentía como una idiota, Nick era mi amigo y aunque sintiera algo por él, él era mi amigo, y eso era lo que tenía que pensar. No sé por qué eso me tranquilizó un poco y me hizo darme cuenta de lo ridícula que era esa situación, nos estábamos comportando como dos críos. Respiré profundamente y le miré a los ojos. Por un instante, desvió la mirada, pero después me miró.
—Nick, lo siento, no sé que me ha pasado. Esto no puede seguir así, somos amigos y no podemos dejar de hablarnos por una simple obra de teatro. Si quieres dejamos de ser los protagonistas, pero quiero seguir como antes.
—No es necesario que la dejemos lo dos.
¿Qué estaba diciendo? Para mí lo de menos era la obra. Le solté la mano y me di la vuelta. No quería que me viera llorar y estaba a punto de hacerlo.
—Bea, Tú eres increíble, pero yo... —dijo mientras ponía su mano en mi hombro.
—Nick, yo solo quiero hacerla si es contigo.
Me aleje de él y me senté en una silla del jardín. Nick se acercó y se sentó en la silla de al lado.
—Bea, yo quiero... no sé, me da miedo no estar preparado para tanta responsabilidad, yo... tengo miedo de que todo esto se me vaya de las manos. No es que no quiera hacerla contigo. No habría elegido a otra Julieta mejor que tú, por eso te he dicho que la hicieras tú. César, es mejor que yo para hacer de Romeo.
—Estas seguro, piénsalo César de Romeo, no ¡qué va! Tú eres el perfecto Romeo. Sé que lo harías muy bien.
—Tu crees.
—Nick, sé que no estás siendo sincero conmigo —Se quedó callado, de igual manera que lo habíamos estado haciendo en las dos últimas semanas. —Nick por favor háblame, ¿qué te preocupa?
—Me preocupan... —volvía a dudar.
—¿Dime?
—Tu también dijiste que no querías hacerlo —saltó enfado —¿Por qué fuiste ha hablar con él?
Era justo, yo estaba exigiéndole una explicación, pero yo tampoco estaba siendo sincera con él. Y lo cierto es que uno de los dos tendría que empezar.
—Ok, está bien. Al leer la obra me di cuenta de que había un par de escenas... —esperaba que me entendiese sin tener que acabar la frase.
—No quieres besarme. ¿Es eso, no? —hizo un amago para irse. Instintivamente le puse la mano en la pierna, retirándola un segundo después cuando supe que ya no se iba.
—¡No! No es que no quiera besarte. Me resultaría raro, somos amigos. Y estarán todos delante tus padres, los míos... —Nick bajo la cabeza como no creyendo ni una sola palabra de lo que le había dicho. —Nick, mírame, venga no eres tú, si tuviera que elegir a alguien de la clase para besarle puede apostar a que serías tú.
No podía creer que le hubiera dicho eso. Le hubiera dicho cualquier cosa para animarle. Nick se puso rojo, pero aún así, hizo el esfuerzo de mirarme.
—Tu también serías la mía —Era la primera vez que estábamos siendo tan sinceros el uno con el otro. —A mi, me pasó lo mismo, cuando pensé que tendría que besarte y delante de todos...
—No tenemos que hacerlo... aunque...
—¿Lo harías? —me dijo Nick sorprendido
—Una parte de mí, se niega a decir no.
—Puede ser divertido.
—Yo no quiero obligarte, piénsalo, si no estas seguro, pues no lo hacemos.
—Está bien, déjame que lo piense, pero por favor no te enfades conmigo, si te digo que no.
—No lo haré, es una locura siquiera pensarlo, y ya hacerlo...
Cuando entramos de nuevo, su madre le estaba esperando para irse a casa. Tenían visita, venían sus tíos desde el pueblo.
Quería acercarme y decirle que quería hacer la obra y hacerla con él, pero no pude, había algo que me lo impedía. Los siguientes dos días nos los pasamos sin intercambiar más de dos palabras seguidas, y por supuesto evitando quedarnos a solas.
Pero cuando me levanté el sábado, lo hice con un propósito: Hablar con Nick. Había decidido que ese era el momento, y que no podía esperar más y cuando estaba a punto de atravesar la puerta para ir a su casa, llamaron al timbre. Me quedé paralizada delante de la puerta y sin reaccionar y hasta que César me dijo: ¿a qué esperas para abrir?, desde el sofá donde estaba con Luis. Reaccioné para abrir la puerta. Eran Nick y su madre, ¡vaya que coincidencia! Y todo lo convencida que estaba antes de abrir la puerta se desvaneció. No puede ni mirar al Nick, con eso os lo digo todo. Solo puede sonreír como una idiota a su madre.
—Bea, ¿Qué se siente al ser la nueva Julieta? —Me preguntó la madre de Nick, ¿Qué oportuna?
—Todavía no sé si lo vamos a hacer – le contesté
—Pero que dices, con la pareja tan bonita que hacéis.
—¡Qué pesaditos!, todos con lo de la parejita, —pensé.
—No todos piensan lo mismo —dijo César. Su madre pillo la indirecta de inmediato
—¿Tenéis algún problemilla? – dijo la madre de Nick, mirándonos.
—A estos dos lo único que le pasa es que necesitan un empujoncito —dijo César mientras se levantaba y venía hacía nosotros. Me cogió la mano y luego la de Nick, nos las junto y nos empujó literalmente al jardín.
Y ahí nos tenéis a los dos, de la mano en el jardín y sin saber que decir. Con el tiempo que hacía que conocía a Nick y esta vez era la primera que no sabía que decirle. Nunca había estado tan nerviosa. No sabía dónde mirar y no podía ni mirarle, me sentía fatal. Me sentía como una idiota, Nick era mi amigo y aunque sintiera algo por él, él era mi amigo, y eso era lo que tenía que pensar. No sé por qué eso me tranquilizó un poco y me hizo darme cuenta de lo ridícula que era esa situación, nos estábamos comportando como dos críos. Respiré profundamente y le miré a los ojos. Por un instante, desvió la mirada, pero después me miró.
—Nick, lo siento, no sé que me ha pasado. Esto no puede seguir así, somos amigos y no podemos dejar de hablarnos por una simple obra de teatro. Si quieres dejamos de ser los protagonistas, pero quiero seguir como antes.
—No es necesario que la dejemos lo dos.
¿Qué estaba diciendo? Para mí lo de menos era la obra. Le solté la mano y me di la vuelta. No quería que me viera llorar y estaba a punto de hacerlo.
—Bea, Tú eres increíble, pero yo... —dijo mientras ponía su mano en mi hombro.
—Nick, yo solo quiero hacerla si es contigo.
Me aleje de él y me senté en una silla del jardín. Nick se acercó y se sentó en la silla de al lado.
—Bea, yo quiero... no sé, me da miedo no estar preparado para tanta responsabilidad, yo... tengo miedo de que todo esto se me vaya de las manos. No es que no quiera hacerla contigo. No habría elegido a otra Julieta mejor que tú, por eso te he dicho que la hicieras tú. César, es mejor que yo para hacer de Romeo.
—Estas seguro, piénsalo César de Romeo, no ¡qué va! Tú eres el perfecto Romeo. Sé que lo harías muy bien.
—Tu crees.
—Nick, sé que no estás siendo sincero conmigo —Se quedó callado, de igual manera que lo habíamos estado haciendo en las dos últimas semanas. —Nick por favor háblame, ¿qué te preocupa?
—Me preocupan... —volvía a dudar.
—¿Dime?
—Tu también dijiste que no querías hacerlo —saltó enfado —¿Por qué fuiste ha hablar con él?
Era justo, yo estaba exigiéndole una explicación, pero yo tampoco estaba siendo sincera con él. Y lo cierto es que uno de los dos tendría que empezar.
—Ok, está bien. Al leer la obra me di cuenta de que había un par de escenas... —esperaba que me entendiese sin tener que acabar la frase.
—No quieres besarme. ¿Es eso, no? —hizo un amago para irse. Instintivamente le puse la mano en la pierna, retirándola un segundo después cuando supe que ya no se iba.
—¡No! No es que no quiera besarte. Me resultaría raro, somos amigos. Y estarán todos delante tus padres, los míos... —Nick bajo la cabeza como no creyendo ni una sola palabra de lo que le había dicho. —Nick, mírame, venga no eres tú, si tuviera que elegir a alguien de la clase para besarle puede apostar a que serías tú.
No podía creer que le hubiera dicho eso. Le hubiera dicho cualquier cosa para animarle. Nick se puso rojo, pero aún así, hizo el esfuerzo de mirarme.
—Tu también serías la mía —Era la primera vez que estábamos siendo tan sinceros el uno con el otro. —A mi, me pasó lo mismo, cuando pensé que tendría que besarte y delante de todos...
—No tenemos que hacerlo... aunque...
—¿Lo harías? —me dijo Nick sorprendido
—Una parte de mí, se niega a decir no.
—Puede ser divertido.
—Yo no quiero obligarte, piénsalo, si no estas seguro, pues no lo hacemos.
—Está bien, déjame que lo piense, pero por favor no te enfades conmigo, si te digo que no.
—No lo haré, es una locura siquiera pensarlo, y ya hacerlo...
Cuando entramos de nuevo, su madre le estaba esperando para irse a casa. Tenían visita, venían sus tíos desde el pueblo.
CONTINUARA...
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