Este capítulo pertenece a la novela corta "Destinados a encontrarse", que es un fanfic de Crepúsculo, aunque no es necesario haberlo leído para entender la historia. En el se encuentra la historia de Alice y Jasper. Si no has leído los capítulos anteriores, si quieres seguir leyendo más o si prefieres leerla en wattpad sigue los enlaces.
Ya estábamos casi llegando a Portland, cuando a Alice se le ocurrió una de sus ideas locas y me dijo que la siguiera, comenzó a trepar a lo alto de una secuoya gigante, al llegar hacia la mitad, saltó a la secuoya de al lado y siguió subiendo unos metros más y volvió a saltar otra vez, conforme ascendíamos iba habiendo más claridad y los rayos del sol iban iluminando mi piel. Me maravillaba la agilidad de sus movimientos. Era ligera como una pluma pero a la vez sus movimientos eran rápidos y certeros. Paró al llegar a la copa de la secuoya más alta del bosque. Me esperó en la última rama, me abrazó entre sus brazos, en cuanto llegó. Yo le correspondí a su abrazo con un beso. ¿Cómo habría sido capaz de vivir tantos años sin tenerla a mi lado?
Nos sentamos en una de las ramas a admirar las vistas, desde allí eran increíbles. Podíamos divisar no sólo la ciudad de Portland sino también se veía a los lejos Seattle. Se oía el salpicar del agua de la cascada, que estaba situada a un kilometro de nuestra posición. Se apreciaba un pequeño arco iris en lo alto de la cascada, los últimos rayos de sol se reflejaban en las gotas de agua, dejando un sin fin de colores dibujados en el cielo.
—Alice, tengo una idea para averiguar algo de tu pasado —le dije.
—¿Cómo? —pero no me hizo falta que se lo contará, Alice se quedó con la vista en blanco y lo supe, ella ya lo sabía.
—¿Funcionará?
—Si, lo hará o lo ha hecho —me dijo con una mezcla de alegría la agria desazón de que lo que había visto. Use mi poder para quitarle la tristeza que había en sus ojos.
—¡Jasper!
—Lo siento, señorita, pero no puedo verte triste. ¿Qué has visto?
—Estábamos en el lugar donde me desperté, justo en el sitio, donde enterré la bata que vestía. Tú, la desenterraste y con solo olerla enseguida encontraste el rastro hasta el manicomio en donde había estado encerrada. Edward me pidió que me quedara fuera, para que no me reconocieran y los dos entrasteis al edificio. Llegasteis a recepción y hablasteis con la chica, tu la animabas para que tuviera ganas de hablar y Edward le leía la mente. Le contó que me llevaron allí por mi padre. La chica os contó que él hizo que me encerraran, pensaba que yo era rara y que oía voces en mi cabeza, que entre allí para curarme de mi locura, pero lo que en realidad estaba pensando es ya tenía premoniciones cuando era humana y que en una de ellas vi como mi padre mataba a mi madre, para poderse casar con su nueva mujer. Me encerró allí para que me borrasen la memoria con electro shock.
—¡Qué! Pero como alguien podría hacer una cosa así.
—No lo sé
—Alice, nadie más volverá a hacerte daño, yo te protegeré. Y ahora sabemos que no estás loca, tus visiones son una bendición y no una maldición.
Ya estábamos casi llegando a Portland, cuando a Alice se le ocurrió una de sus ideas locas y me dijo que la siguiera, comenzó a trepar a lo alto de una secuoya gigante, al llegar hacia la mitad, saltó a la secuoya de al lado y siguió subiendo unos metros más y volvió a saltar otra vez, conforme ascendíamos iba habiendo más claridad y los rayos del sol iban iluminando mi piel. Me maravillaba la agilidad de sus movimientos. Era ligera como una pluma pero a la vez sus movimientos eran rápidos y certeros. Paró al llegar a la copa de la secuoya más alta del bosque. Me esperó en la última rama, me abrazó entre sus brazos, en cuanto llegó. Yo le correspondí a su abrazo con un beso. ¿Cómo habría sido capaz de vivir tantos años sin tenerla a mi lado?
Nos sentamos en una de las ramas a admirar las vistas, desde allí eran increíbles. Podíamos divisar no sólo la ciudad de Portland sino también se veía a los lejos Seattle. Se oía el salpicar del agua de la cascada, que estaba situada a un kilometro de nuestra posición. Se apreciaba un pequeño arco iris en lo alto de la cascada, los últimos rayos de sol se reflejaban en las gotas de agua, dejando un sin fin de colores dibujados en el cielo.
—Alice, tengo una idea para averiguar algo de tu pasado —le dije.
—¿Cómo? —pero no me hizo falta que se lo contará, Alice se quedó con la vista en blanco y lo supe, ella ya lo sabía.
—¿Funcionará?
—Si, lo hará o lo ha hecho —me dijo con una mezcla de alegría la agria desazón de que lo que había visto. Use mi poder para quitarle la tristeza que había en sus ojos.
—¡Jasper!
—Lo siento, señorita, pero no puedo verte triste. ¿Qué has visto?
—Estábamos en el lugar donde me desperté, justo en el sitio, donde enterré la bata que vestía. Tú, la desenterraste y con solo olerla enseguida encontraste el rastro hasta el manicomio en donde había estado encerrada. Edward me pidió que me quedara fuera, para que no me reconocieran y los dos entrasteis al edificio. Llegasteis a recepción y hablasteis con la chica, tu la animabas para que tuviera ganas de hablar y Edward le leía la mente. Le contó que me llevaron allí por mi padre. La chica os contó que él hizo que me encerraran, pensaba que yo era rara y que oía voces en mi cabeza, que entre allí para curarme de mi locura, pero lo que en realidad estaba pensando es ya tenía premoniciones cuando era humana y que en una de ellas vi como mi padre mataba a mi madre, para poderse casar con su nueva mujer. Me encerró allí para que me borrasen la memoria con electro shock.
—¡Qué! Pero como alguien podría hacer una cosa así.
—No lo sé
—Alice, nadie más volverá a hacerte daño, yo te protegeré. Y ahora sabemos que no estás loca, tus visiones son una bendición y no una maldición.
CONTINUARA...
No hay comentarios:
Publicar un comentario