De noche cuando el sol
desaparece por el horizonte
y la luna comienza a dejarse
ver detrás de las olas,
es el momento en el que
el amor fluye por la venas.
El suave susurro de las olas
acompañaba nuestro besos,
el agua golpea las rocas,
mientras la luna ilumina
todo aquello que roza.
Sentir el agua sobre los pies
y después notar como sube,
sentir tus brazos sobre mi piel
y tus labios sobre los míos.
Aquella luna espía
será la única testigo
de nuestro primer beso
la única que es cómplice
de nuestro furtivo amor.
Sentados ahora sobre la arena
podemos ver la blanca luna
iluminando el inmenso océano
y es entonces cuando
el sonido de las olas,
acompaña nuestros besos
en un sueño impenetrable.
Las olas borraron
las huellas de nuestro
cálido amor de verano,
y sentados en aquellas rocas
pudimos ver el amanecer
de un nuevo día, el primero
del resto de nuestras vidas.
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