19 noviembre 2025

Ecos del silencio

Centinela de la noche sin nombre,
vigía del aire, custodio del silencio,
cabalga los vientos con alas de metal
y una misión tatuada en la piel:
vigilar los confines del mundo,
detener lo innombrado,
domar la sombra que vuela.

Asciende,
el cielo lo traga,
la noche lo viste de plomo.
Busca entre estrellas calladas,
y el universo responde con un parpadeo:
un relámpago sin trueno,
un torbellino de auroras sin clemencia;
y en su centro, flota lo imposible:
una pirámide, dueña del sigilo.

Las alarmas lloran sin sentido,
las brújulas giran su demencia.
Y entre la estática,
un murmullo de voces:
«¿Quién eres?», preguntan
desde un lugar sin tiempo,
como una broma nacida en otro universo.

Apaga la radio,
pero las risas persisten,
desnudas, infantiles.
El eco juega a escondidas
como una sombra sin cuerpo.

Pone rumbo a casa,
mas el destino ha sido sellado.
El caza cae,
como un pájaro de papel en la tormenta.
El metal se disuelve,
como ceniza ante un sol que no perdona.
El tiempo se pliega.
y la tierra ya no le espera.

Y al final,
solo queda una voz.
No suya.
No humana.
No olvidada.
«Lo sentimos.
No podemos dejar testigos».

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